La ruta del autor es una montaña rusa. En ocasiones pasarás de la cima al fondo del valle, a veces tendrás la sensación de ir progresando hacia arriba e, incluso, en otros momentos te parecerá que caes a un precipicio. Quien ha escrito un libro lo sabe.
Si eres un escritor novel probablemente no, esto no significa que no lo intentes si realmente es tu deseo. La persistencia es una potente arma que puede ponerse a tu favor.
Las caídas tienen mucho que ver con las barreras que nosotros mismos nos ponemos.
Y las de la imagen son las más habituales que he percibido con muchos autores. También yo misma he padecido esa sensación de euforia y de «bajones» a lo largo del camino.
Vamos a ver cuáles son y cómo hacer frente a estas barreras de dos formas, con el método Triunfa con tu Libro (en el próximo capítulo) y con algunas pautas:
— El autosabotaje: “esos miedos”
Escribir un libro conlleva un proceso de transformación. Y somos reacios a los cambios. Nos producen miedo.
Es habitual que esta creencia limitante nos bloquee por completo.
He visto a autores que no quieren acabar de escribir su libro. Buscan excusas. Te dicen que necesitan investigar más, entrevistar a más personas, que a lo largo del proceso se han dado cuenta que tienen que incluir otros temas o que ya han cambiado un par de veces la estructura del libro.
Eso es lo que dicen e incluso lo que creen, pero en la mayoría de las ocasiones es un autosabotaje.
Ayuda mucho a vencer esta barrera el ser consciente de que la tienes.
Identifica, si lo que te frena a escribir o finalizar tu libro es un autosabotaje, calla esa voz y si puedes, busca otro autor que pueda alentarte o simplemente una persona cercana que te anime al cambio. Y no te ampares en más excusas, ¡tú puedes!
— La dispersión
Conocí a Alex en el aparcamiento del hotel Los Robles de Navacerrada. Era un autor que se había inscrito en uno de nuestros programas presenciales. Bajó del coche y vino a mí muy alegre y emocionado.
Ya tenía el libro que quería escribir, iba a aprovechar el tiempo del retiro a tope, estaba eufórico, tenía muchas ideas… Lo veía venir: típico autor creativo… me tocaría trabajar la dispersión con él.
A lo largo de los dos días y medio conviviendo con un grupo de quince autores, Alex seguía generado más y más ideas e iba dando tumbos. Se venía arriba: «Ana, acabo de encontrar otro enfoque para mi libro…». Esto lo escuché varias veces.
Gerardo, conferenciante y exdirector de varias multinacionales, otro creativo, me dijo una frase: «Yo nunca fui capaz de tomar apuntes en la universidad, los pedía siempre a Pilar, mi compañera, que hacía los mejores esquemas».
Si a ti te ha ocurrido esto en el colegio o la universidad, es más que probable que sufras este obstáculo cuando escribas tu libro. Suele atacar a los que son más creativos que metódicos porque es difícil poner en orden todo aquello que nos viene a la mente: contenidos, ideas, ejemplos, historias, citas, datos, etc.
¿Cómo hacer frente a esto?
Vuelve al capítulo 6 y si no lo leíste, hazlo ahora.
— El miedo a la página en blanco
Estás escribiendo tu libro. Te has marcado una franja horaria para dedicarle un tiempo, vas avanzando, miras fijamente la pantalla de un ordenador... está en blanco. El cursor parpadea sin parar de recordarte que tienes que escribir algo. Empiezas a ponerte nervioso, resoplas y miras hacia otro lado de la habitación.
Cuando vuelves la vista, todo sigue igual, solo que esta vez el cursor te grita: «¡Es para hoy!, ¡que no tengo todo el día!».
Estamos inmersos en lo que llamo el bloqueo de la página en blanco.
Como te has atascado, te frustras y dices: «Mejor lo dejo para mañana».
Aquí deberían sonar todas las alarmas. Mañana te enfrentarás al mismo problema. Y ¿sabes?, hay libros que nunca llegan a escribirse porque el autor no consiguió sortear esta barrera.
Jodi Picoult, autora estadounidense que ha vendido más de 14 millones de ejemplares de sus libros, dijo en una ocasión: <<¿Cómo salir del bloqueo de la página en blanco?>>
La mejor forma es evitar que llegue a producirse.
Mi recomendación para que esto no ocurra es que antes de levantarte de la mesa, cada día que escribas, hagas un breve guion de lo que vas a trabajar al día siguiente.
Se trata de que anotes palabras o unas cuantas líneas sobre lo que vas a escribir.
En el momento en que lo ideas, tu mente fluye para sacar lo que tienes en la cabeza y así es más fácil que proyectes lo que sigue.
Al día siguiente ya no partes de cero. No tienes que releer lo que escribiste el día anterior. Dispones de una guía para poder continuar.
Otra solución es no acabar la frase que estés escribiendo y dejarla abierta para el día siguiente.
— La falta de confianza o síndrome del impostor
A medida que avanzamos en la escritura de nuestro libro surgen los miedos.
Miedo a no ser lo suficientemente bueno, miedo a defraudar a tus lectores, miedo a no estar a la altura de tu profesión, miedo a ser criticado, miedo a exponerte demasiado, miedo a que esta obra no esté al nivel de las anteriores si es que las tienes... miedo en todas sus formas.
El miedo es mal compañero y peor consejero.
Y este libro te va ayudar a dejar ese miedo atrás y que puedas brillar más ante tu audiencia.
Mira cómo se siente una de nuestras autoras, Silvia Jarabo, a ver si percibes con este ejemplo el síndrome del impostor: «Mi tema se centra en las razones que impiden a las mujeres llegar a los puestos directivos en las empresas y cómo solucionarlo. Hay pocos libros con enfoque integral, quizá un par en Estados Unidos y ninguno en España. Pero quienes los escriben son expertos reconocidos, con gran conocimiento y muchos estudios a sus espaldas. Yo llevo un par de años con este tema, también tengo estudios e investigaciones propias y creo que tengo algo interesante que decir: un enfoque integral. Pero tengo dudas de si todavía es pronto para escribir este libro. ¿Qué opinas? Si pienso en España, quizás; pero si me pongo a escala internacional no me puedo comparar…».
El síndrome del impostor suele atacar al autor que comienza a compararse con más autores o lee otros libros y, en ambos casos, percibe que son mejores, más interesantes o están mejor escritos que el suyo.
Si quieres agrandar esta barrera, lo mejor que puedes hacer cuando estés escribiendo tu libro es comenzar a brujulear leyendo otros de tu temática. ¡Peligro!
Me encanta un anuncio de productos de cuidado de la piel de la marca Dove que quizá hayas visto. En él se hace una prueba real y es la siguiente: hay un grupo de tres personas, dos mujeres y un hombre a los que convocan en un lugar. Se conocen en una sala de espera y luego los llaman uno a uno para que describan a un dibujante que no los puede ver, pero sí escuchar, cómo es su propio rostro y el de las otras dos personas que han conocido en la sala de espera. A final se exponen los dibujos de carboncillo del dibujante.
La conclusión es que siempre es mucho más atractivo el rostro definido por los demás.
Nosotros nos vemos la nariz gorda, entradas de pelo, las patas de gallo o los ojos caídos. Percibimos sobre todo nuestros defectos.
Esto es lo mismo que nos ocurre cuando leemos lo que han escrito otros.
Pero tiene una fácil solución.
No leas los libros de tu misma temática mientras escribes. ¡Hazlo siempre antes!, en la fase de investigación, que es la etapa previa a la organización de contenidos. Después no es conveniente.
También hay otro tipo de síndrome del impostor que es el que se da en los líderes. Lo he visto en influencers, oradores, grandes referentes de su sector y profesionales de reconocido prestigio.
Es el miedo a perder ese reconocimiento al que tanto les ha costado llegar.
En estas situaciones lo que tienes que pensar es lo siguiente: imagina que vas a una conferencia de un gran líder de tu campo, un gurú. Ya por el hecho de contar con esa autoridad y estar en un estrado, tiene mucho ganado. Pues el estrado es tu libro. El lector te ve de abajo arriba y no al revés. Esto es una gran ventaja, y si encima eres un referente, muy mal lo tendrías que hacer para defraudarlos.